miércoles, 20 de julio de 2011

La sal de mi vida


¡Qué sería de mi vida sin el aliciente de una compañía de seguros en ella!

Esta semana decido cambiar de compañía el seguro de mi coche. Mi compañía X, me ha subido de nuevo el recibo este año, 25 euros, y la cifra total del seguro ya rozaba la ordinariez. Vamos, de los más caros del mercado, aunque es cierto que tenía algunas coberturas más que las básicas. La compañía Y, me da las mismas prestaciones, menos el vehículo de sustitución, por 140 euros menos, así que decido hacer el cambio. Aún así, no me engaño, menos dinero quiere decir que hay truco por alguna parte. Ya me enteraré por dónde me viene la bofetada.


En fin, Arbaro llama a Y me da de alta y luego llama a X para darme de baja. X le informa que para darme de baja tengo que acudir a una oficina, que no puede hacerse por teléfono. Ayer cumplía la poliza y recibo la llamada de una señorita de X que me indica que ha sido informada de que solicito la baja y me pregunta el porqué. Amablemente le comento que me han subido de nuevo la cuantía de la poliza y que he encontrado un seguro más barato. La señorita me dice que cómo que no los he llamado a ellos antes, que su oficina, por cubrir una serie de seguros anualmente, tiene permiso para hacer unos descuentos a una serie de clientes y que me podían bajar el precio del seguro. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis…, lo siento, nunca he podido llegar hasta el diez antes de saltar. Y salto. A ver, soy una cliente que llevo, no sé, diez, doce, quince años con vosotros. Que yo recuerde en los últimos seis años, creo que he dado un parte por un cristal y otro por una asistencia técnica en carretera y anteriormente ni me acuerdo. Gracias a Dios, nunca he tenido un accidente. Es decir, doy poco la lata y pago religiosamente mis recibos. ¿Y ahora que me doy de baja me decís que me podéis rebajar el precio? Pues me parece muy mal, a los buenos clientes hay que tratarlos bien antes, en eso consiste un buen servicio y velar por la calidad. En lugar de subirme la poliza, yo tenía que haber recibido YA una renovación con un precio más bajo y no hubiese cambiado de compañía. Y me parece mezquino el juego de al tonto que calla le vamos subiendo el precio y al que protesta le hacemos el descuentito. De eso nada. Así que me ataca por otro flanco. Según las normas de la compañía tengo que avisar de la baja con dos meses de antelación. JA, JA. La compañía del seguro de la casa, me dejó sin seguro no pasándome el recibo y sin una notificación ( sigo esperándola a día de hoy) y ¿ahora yo tengo que avisar dos meses antes? Señorita, déjese de chorradas y déme de baja.


Pues tiene que ir usted a su oficina.
Me planto a la media hora en una oficina de X a la que he ido un par de veces. Otra señorita me informa de que tengo que ir a la oficina donde se firmó el seguro ( imagino que estas son artes disuasorias para aburrir al cliente). ¿Y yo qué sé cuál es? Puede ser que la hayan llamado de Sevilla. Pues a Sevilla va a ir Rita la cantaora pienso, aunque lo que le digo es que yo no voy a ir a Sevilla. ¡Ah, no, la oficina es de Jerez!, descubre tras unos minutos en el ordenador. Pues tampoco voy a ir a Jerez. Déme de baja YA, aquí y desde su ordenador. En cinco minutos realiza la operación. Su carnet de identidad. No lo llevo pues lo tiene Arbaro para hacer unas gestiones en el banco. Pues sin el carnet no le puedo dar de baja. Pues tome el permiso de conducir, pero, ¡déme de baja, por Dios!

A los diez minutos estoy en la calle con mi baja en la mano, ¡por fin lo he conseguido!
Y es absurdo, pero me siento como si hubiese subido un ocho mil y conquistado su cima.




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