martes, 7 de febrero de 2012

Canción de invierno y de verano



Cuando es invierno en el mar del Norte
es verano en Valparaíso.
Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el
puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo
en sus cabos,
mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico Sur
bellas bañistas.

Eso sucede en el mismo tiempo,
pero jamás en el mismo día.


Porque cuando es de día en el mar del Norte
—brumas y sombras absorbiendo restos
de sucia luz—



es de noche en Valparaíso
-rutilantes estrellas lanzando agudos dardos
a las olas dormidas.

                


Cómo dudar que nos quisimos,
que me seguía tu pensamiento
y mi voz te buscaba -detrás,
muy cerca, iba mi boca.
Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto:
primaveras, veranos, soles, lunas.

Pero jamás en el mismo día.
                  
                                      Ángel González

sábado, 4 de febrero de 2012

Microrrelato I


El día que decidió suicidarse arrojando su cuerpo desde la vigésima planta de aquel rascacielos, no contó con la silueta desnuda de su vecina que se divisaba tras el cristal de la ventana del undécimo piso. Deseó poder detener esa caída absurda, y en un instante, se encontró delante de su puerta. Le pidió solícito un poco de azúcar; al día siguiente unas gotas de aceite y al tercer día su corazón. Ella se lo entregó aderezado con algo de sal y a él le supo a caramelo dulce. Dos semanas más tarde, ella se lo requirió, solo el corazón, podía quedarse con el azúcar y el aceite prestados. Él deseó morir en ese momento y, de nuevo, se encontró en una caída libre delante de la ventana del noveno, del quinto, del tercero… ¡Qué sonrisa más hermosa la de la vecina del primero! Deseó corresponderle con otra, mas ya no tuvo tiempo.
No siempre el amor extiende sus alas y nos salva.

(Basado en una idea de García Márquez)