martes, 25 de septiembre de 2012

Llueve

Una jornada agotadora. Doce horas en el trabajo, sumadas a las doce de ayer y a las que me restan todavía mañana. He cruzado el umbral de la puerta de casa a las nueve de la noche. Cansada, pero necesitaba respirar. Me echo una sudadera encima y  me calzo unas deportivas. A la calle. Ya ha caído la noche encima. Los cascos y música para ir marcando el ritmo y no poder pensar. Solo andar y sentir. Pasa el tiempo. Agacho la cabeza, miro mis pies dando pasos, las piernas algo más cansadas que veinte minutos antes. Las calles están casi desiertas. El cielo amenaza lluvia. Y, de repente, ocurre. Comienzan a caer las primeras gotas de la primera lluvia de otoño. Suena Eye in the sky,The Alan Parsons Project. Y la lluvia me moja el pelo y la cara. Es un momento casi mágico: I´m the eye in the sky looking at you, I can read your mind..., la noche, el agua fresca, la sensación de espacio abierto...Ha merecido la pena evitar la tentación del sofá  y vivir uno de los mejores momentos del día, o de la noche.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Te deseo

 
Este poema es todo un baúl de deseos vitales. Circula por internet bajo la falsa autoría de Victor Hugo. Realmente es de un poeta brasileño, Sergio Jockymann. 

Desejo"os votos 

Te deseo primero que ames,
y que amando, también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar
y que después de olvidar, no guardes rencores.
Deseo, pues, que no sea así,
pero que si es, sepas ser sin desesperar.


Te deseo también que tengas amigos,
y que, incluso malos e inconsecuentes
sean valientes y fieles, y que por lo menos
haya uno en quien confiar sin dudar.

Y porque la vida es así,
te deseo también que tengas enemigos.
Ni muchos ni pocos, en la medida exacta,
para que, algunas veces,
te cuestiones tus propias certezas.
Y que entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo,
para que no te sientas demasiado seguro.

Te deseo además que seas útil, más no insustituible.
Y que en los momentos malos, cuando no quede nada más,esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.

Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco,
porque eso es fácil,

sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente,
y que haciendo buen uso de esa tolerancia, sirvas de ejemplo a otros.

Te deseo que siendo joven no madures demasiado deprisa,y que ya maduro, no insistas en rejuvenecer,
y que siendo viejo no te dediques al desespero.
Porque cada edad tiene su placer
y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.

Te deseo de paso que seas triste.
No todo el año, sino apenas un día.
Pero que en ese día descubras
que la risa diaria es buena, que la risa
habitual es sosa y la risa constante es malsana.

Te deseo que descubras,
con urgencia máxima, por encima
y a pesar de todo, que existen,
y que te rodean, seres oprimidos,
tratados con injusticia y personas infelices.

Te deseo que acaricies un perro,
alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero
erguir triunfante su canto matinal,
porque de esta manera,
sentirás bien por nada.

Deseo también que plantes una semilla,
por más minúscula que sea, y la
acompañes en su crecimiento,
para que descubras de cuantas vidas
está hecho un árbol.

Te deseo, además, que tengas dinero,
porque es necesario ser práctico.
Y que por lo menos una vez
por año pongas algo de ese dinero
frente a ti y digas: "Esto es mío".
Solo para que quede claro
quién es el dueño de quién.

Te deseo también que ninguno
de tus afectos muera, pero que si
muere alguno, puedas llorar
sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.

Te deseo por fin que, siendo hombre,tengas una buena mujer, y que siendo mujer,
tengas un buen hombre,

mañana y al día siguiente, y que cuando
estén exhaustos y sonrientes,
hablen sobre amor para recomenzar.

Si todas estas cosas llegaran a pasar,
no tengo más nada que desearte.

sábado, 15 de septiembre de 2012

Reinar después de morir


En el siglo XVII, Vélez de Guevara escribió una comedia histórica, Reinar después de morir, basada en una de las historias de amor más bella de todos los tiempos, la del rey Pedro I de Portugal y su amada doña Inés de Castro. Si los americanos la conocieran tendría ya, con toda seguridad, unas cuantas versiones cinematográficas. Como dato, por ejemplo,  más de treinta óperas están basadas en este amor de leyenda.

 En nuestro periplo por Portugal, de camino a Lisboa, nos desviamos unos kilómetros (mis acompañantes dirían que más de unos cuantos, que bastantes (J) ),  para visitar en el monasterio de Alcobaça las tumbas de los amantes. Os resumo la historia:

Corre el siglo XIV en Castilla y nace Inés de Castro, hija de un noble castellano emparentando con la familia real. Su madre muere al poco de nacer y es enviada  para ser educada en el castillo de Peñafiel convirtiéndose en dama de compañía de Doña Constanza Manuel, hija del ilustre escritor e infante don Juan Manuel.

Doña Constanza se casó por poderes con el príncipe Pedro, hijo del rey portugués Alfonso IV. Cuando se traslada a Lisboa para comenzar su vida al lado del príncipe Pedro, escoge a las damas que le acompañarían y entre ellas destaca por su belleza Inés de Castro, convertida en gran amiga y cómplice fiel.

Pues ocurrió que el  príncipe Pedro se enamoró perdidamente de Inés, la dama de compañía de su esposa, y aquella le correspondió, manteniendo un amor furtivo y secreto. Aun así la reina le da una primera hija al príncipe y antes de nacer su segundo hijo descubre la relación de los amantes por lo que trama un ardid para separarlos. Pide al príncipe que sea el padrino de su propio hijo y a Inés que sea la madrina. Esto provocaba un vínculo canónico de parentesco entre los dos amantes que convertía el adulterio en incesto y no permitía que pudieran mantener relaciones. Pero el hijo muere a los pocos días de nacer con lo que el vínculo religioso se rompe entre los dos amantes y vuelven con más furia tras este tiempo separados. Enterado el rey Alfonso IV decide desterrar a Inés, que se marcha al castillo de Alburquerque en Castilla.

Al dar a luz a su tercer hijo, Constanza fallece en el parto. Muerta su esposa, Pedro e Inés no tienen ya obstáculo para su amor, escandaloso para la corte portuguesa. Pedro rescata a Inés de su exilio y se marchan a vivir al norte de Portugal, lejos de la corte, donde nacerán sus cuatro hijos. Calmadas las aguas, regresan a Coimbra, instalándose en la Quintas Das Lágrimas.
                                             Quinta Das Lágrimas, Coimbra

El príncipe viudo estaba deseoso de anunciar su romance con doña Inés de Castro, pero el rey Alfonso IV no lo consentía, temeroso de que los castellanos intentaran una intervención,  al ser doña Inés castellana, y de que los hijos de este amor adúltero pudieran intentar luchar algún día contra los derechos dinásticos de su nieto Fernando, hijo de Constanza y Pedro.
Parece ser que, don Pedro y doña Inés se casan en secreto, noticia que no agrada al rey, que ordenó la muerte de doña Inés a manos de tres sicarios
. Las crónicas cuentan que un día que el príncipe se encontraba de cacería, los tres asesinos se dirigieron a Coimbra y la apuñalaron delante de sus hijos.

El rey creyó que desaparecida Inés volvería la tranquilidad al reino, pero la reacción del príncipe fue la contraria enviando a sus tropas contra su propio padre y durante dos años hubo una lucha entre los dos bandos. La reina Beatriz, madre de Pedro, consigue que padre e hijo se reconcilien y el príncipe depone las armas y jura que olvidará el asesinato de su amada Inés y perdonará a sus asesinos, sin embargo, un año más tarde el viejo rey Alfonso se muere y avisa a los tres asesinos que se marchen pues tiene la intuición de que su hijo no va a cumplir lo jurado.

Se exilian a Castilla donde reina Pedro I el Cruel, y a los pocos días muere el rey Alfonso. Pedro sube al trono como Pedro I y lo primero que se propone es honrar la figura de su amada Inés. Entra en contacto con el rey castellano y le ofrece intercambiar algunos traidores castellanos refugiados en Portugal por los tres asesinos de Inés. Llegan a un acuerdo y consigue que vuelvan dos, mientras un tercero consigue huir a Francia.

El rey ordenó que se les torturase durante días y luego fueron trasladados a la plaza pública, donde al primero le arrancó el corazón por el pecho y al segundo por la espalda, mordiendo luego ambos corazones.

En 1360 las Cortes portuguesas reconocían el matrimonio entre Pedro I e Inés de Castro, aceptándola como reina. Era el momento de reparar su amor y en  el Monasterio de Alcobaça, ordenó esculpir un túmulo funerario para Inés. Cuando estuvo finalizado, desenterró el cadáver de Inés y lo trasladó desde Coimbra al monasterio. Una vez llegados a la corte, hizo vestir con galas el cadáver de Inés, que ya llevaba años muerta, la sentó en el trono y ordenó que todos los nobles desfilasen delante de ella como reina de Portugal, obligándoles a besar su mano como vasallos.

 Posteriormente depositó el cadáver de la reina en el sepulcro. Enfrente el rey dispuso otro sarcófago para él, y ordenó que ambos fueran colocados pies contra pies, para que el día del juicio final lo primero que los amantes puedan ver sea el rostro del otro.

Grabado en el sarcófago se lee un mensaje que el rey dejó para su amada:

“Hasta el fin del mundo”


 

domingo, 9 de septiembre de 2012

Congreso Iberoamericano de las Lenguas


     Mi compañero Daniel y yo hemos pasado unos días en Salamanca para asistir al Congreso Iberoamericano de las Lenguas en la Educación, que se ha celebrado en esta ciudad del 5 al 7 de septiembre en el Palacio de Congresos y Exposiciones. La organización ha sido magnífica: mesas redondas, conferencias, comunicaciones orales y presentaciones de experiencias docentes, que han demostrado la inquietud de muchos profesionales por la lectura, la lengua, la literatura y la escritura. Llamaba la atención el alto número de profesores de países iberoamericanos y la motivación tremenda por aprender y enseñar. Ha sido un punto de encuentro de experiencias y de renovación de ilusiones, que siempre es necesario. 

     
                                     Los Príncipes en el acto de inauguración del Congreso
      Además , el hotel en plena Plaza Mayor de Salamanca, la ciudad a rebosar de congresistas, alumnos de la Universidad y salmantinos que comenzaban a celebrar las fiestas de la Virgen de la Vega, escuchar a Estrella Morente cantando Volver, los bares en las calles, un tiempo que acompañaba, la presencia en el aire de Unamuno y del Lazarillo, los turistas, la buena compañía y lo bonita y acogedora que es esta ciudad han hecho el resto.
 
                                                          Recital de Estrella Morente
 
      Unos días de trabajo, pero también de placer fluyendo por los cinco sentidos.

domingo, 2 de septiembre de 2012

Insatisfacción


      Si estoy de viaje quiero estar en mi casa. Si estoy en mi casa me gustaría estar dando una vuelta. Quiero tomar helados cuando como ahumados y dulces si me ofrecen helado. Si estoy en mi ciudad querría estar en Madrid o París y si estoy a las orillas del Sena me gustaría estar paseando por las orillas de mis playas. Si quedo con los amigos querría estar en el sofá y si estoy descansando en el sillón no estaría mal dar una vuelta. Si veo la televisión pienso que es mejor escuchar música y si escucho música pienso que lo mejor es leer un rato. Si trabajo me transporto con el pensamiento a una calle, si paseo estoy pensando en el trabajo que me queda por hacer. Si tomo pescado me imagino una buena carne delante y si como un buen chuletón estoy mirando de reojo la ensalada fresca del comensal de la derecha. Cuando estoy sola me gustaría estar acompañada y cuando la compañía me rodea deseo escapar a las manos de la soledad. Si me compro una falda creo que hubiese acertado más con el pantalón y si compro la chaqueta, seguro que me hubiera quedado mejor la blusa. Si decidí que mejor el zapato de tacón me quedo embobada con el calzado plano de la chica que acaba de pasar. Si el pelo me crece deseo cortarlo a lo garzón, cuando está cortado deseo que crezca a toda velocidad para dejar la melena suelta, que luego será recogida en una coleta para terminar pensando que la debería cortar de nuevo. Si elijo blanco quiero también negro y morado y rojo. Si bailo quiero cantar y si ando, correr. Si te miro, me gustaría estar mirando a otros y cuando los observo estoy echando de menos tus pestañas.
       No entiendo cómo la tristeza me deja reír y desconozco por qué en los momentos tristes siempre hay sitio para una sonrisa en mi cara. Adoro la marcha, la alegría, la locura y lo irracional y a la misma vez me hacen feliz  la ternura, la madurez de la tristeza, la cordura y cierto orden.
       Quisiera entenderme. No sé si es la eterna insatisfacción que me persigue o la necesidad de tener más vidas para poder cubrir todas las proyecciones vitales que anidan en mí.