
Gracias a Dios, no tenemos que lamentar pérdidas personales, que son las más dolorosas, pero la pérdida sentimental es tremenda. Tengo la sensación de que una parte de mi historia vital se ha hundido también con el vapor.

Hoy dormirán en la bahía, junto con los restos de nuestro vapor, la brisa de muchas mañanas, el levante de muchas tardes, la solera y la tradición, los besos de muchos enamorados en la proa cuando miraba al sur y la copla de nuestros mayores.
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