sábado, 2 de octubre de 2010

Porque aprendí tarde

Porque aprendí tarde el dolor de la vida
tanta felicidad no podía ser eterna.
Otros habían sido abatidos desde temprano.
Conocía que los malos hados vendrían a buscar parte de mi dicha.
Hoy les agradezco que sólo se llevaran
un corazón enamorado.
Podía haber sido parte de mi hígado,
de mi cabeza o de mi razón.
¿Qué hacéis hados con mi corazón
en otro Olimpo? Estaba algo cansado
y no os sirve para nada.
Devolvedlo a este cuerpo errante y abandonado.
No os equivoquéis, no lo necesita para amar.
Siguió amando con médulas y sangre.
Pero este muñeco de hojalata
necesita que vuelva para marcarle
ese tic tac antiguo de la vida.
Y con ello tener la certeza
de que me habéis perdonado y no volveréis,
envidiosos, a llevaros de nuevo el fruto conseguido.
En ese caso, llevaos esta vez, mis ojos.
La luz de otros me acompaña.

No hay comentarios: