viernes, 4 de febrero de 2011

¿Por qué leo?

A la pregunta, la mejor respuesta, la de Juan Farías.
Me hubiera gustado que estas palabras hubieran salido de mis manos...

Leo los libros, el tacto de las manos, el silencio de las ranas, el sueño de los bebés y los ojos de todo lo que grita, ríe, llora o guarda compostura. Tengo buen cuidado de leer la letra pequeña de los compromisos, la segunda intención de los discursos y el tono en que se hacen las promesas.
Leo porque no sé de otro camino para comunicarme con los muertos y los seres imaginados, para ser alumno de Sócrates o amigo de algún personaje. Leo para escuchar voces, poner luz a las sombras y dar sentido al insomnio.
Leo por saciar la curiosidad, deshacer las dudas y encontrar el apoyo que aliente la esperanza. Leo por añadir asombro al asombro, por discutir, negar o aceptar filosofías que pretenden ordenar el caos. Leo para agradecer un verso, compartir un recuerdo, entretener las esperas, aliviar el ánimo, combatir el tedio.
Leo para saber hasta dónde puede trepar el bueno de Pedro por la mata de habichuelas, o cuál será el comportamientodel pato cuando tenga complejo de cisne.

Leo en libertad y, si me pierdo en el bosque, es cosa mía...

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