viernes, 13 de marzo de 2009

ARBATÁN

Me pregunta mi prima Coral desde Valencia el porqué de Arbatán. Le prometí una explicación.

Cuando era niña me entusiasmaban esas tres figuras del belén tan lejanas, tan exóticas, que traían regalos al Niño, fastuosas con sus camellos, sus pajes , tan diferentes de aquellos pobres pastores, lavanderas y paisanos del portal. Llegaban cargados de regalos que portaban, y la noche mágica de Reyes, veinte siglos más tarde, entraban por la puerta o la ventana de mi casa a dejarnos los regalos pedidos con tanta ilusión por los cuatro hermanos. Estaba claro que eran los más simpáticos de todo el portal, seguidos por un ángel rubio con el cabello ciertamente despintado y sin manos por culpa del último cachorro que se dedicó a jugar con él.

Hasta estas pasadas Navidades no me enteré de la existencia de un cuarto Rey Mago bautizado con el nombre de Arbatán. Investigando descubrimos que en el siglo XIX un escritor estadounidense, Henry Van Dyke, escribió un relato sobre este cuarto Rey perdido. Según esta historia, Arbatán decidió ir por su propia cuenta a Belén, pero se extravió porque la Luna estuvo una semana antes del nacimiento de Jesús en conjunción con la estrella Nova que seguía y perdió la luz que le guiaba.

Otra versión narra como Arbatán parte con un diamante, un fragmento de jaspe y un rubí para entregar al Niño Dios; en el camino se topó con un viejo moribundo que había sido atacado por unos bandidos y Arbatán decidió curarle sus heridas y entregarle el diamante para que el anciano pudiese proseguir su camino. El zigurat de Borsippa había sido fijado como punto de encuentro de los cuatro Reyes, sin embargo, Arbatán llega tarde y sus compañeros de viaje ya habían partido.

Así que el Rey parte hacia Judea, lugar al que llega para asistir al degüello de los inocentes recién nacidos. Con el rubí soborna a un soldado que con una mano sostenía a un niño, siendo detenido y encarcelado en el palacio de Jerusalén. Su cautiverio duró treinta años.

Una vez liberado le llega la noticia de la próxima crucifixión de Jesús y se dirige al monte Gólgota para adorar a Aquél que le esperaba desde hacía treinta años. Por el camino, Arbatán descubre en un mercado a una joven que va a ser subastada por su padre para liquidar sus deudas, así que, de nuevo, el viejo Rey compra su libertad con el fragmento de jaspe que le quedaba, la última ofrenda que le quedaba para entregar al Redentor.

Jesús muere en esos instantes en la Cruz y tiembla la tierra cayendo los muros. Una gran piedra golpea a Arbatán. Entre el desmayo y la ensoñación se le presenta Jesús y le susurra “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve desnudo y me vestiste, estuve enfermo y me curaste…lo que hiciste por tus hermanos, lo hiciste por mí”. Arbatán expiró.

Según W. Ortega Jarpa , “Arbatán es el símbolo de toda buena persona que busca algún sentido, pero que por alguna conjunción misteriosa se perdió, y se quedó con todas sus joyas sin poder entregarlas a nadie”.
A veces nos perdemos y muchas de las joyas que tenemos en nuestro interior se quedan sin ser entregadas. Todos somos Arbatanes en algún momento de nuestra vida. Luchamos por un objetivo inalcanzable, dedicamos nuestra vida y esfuerzos a conseguirlo y cuando parece que está al alcance de nuestra mano…¡ Se esfuma! Estamos tan pendientes de nuestro fin que nos perdemos el disfrutar del tránsito, en definitiva, de la vida.
Así que decidí que era un buen nombre, me gustó su sonido, me gustó su significado y , tengo que confesarlo, ¡ me pareció tan gafe este pobre Rey que se pierde, llega tarde, lo encarcelan, cuando es liberado vuelve a llegar tarde y, en el último instante, lo golpea una piedra en la cabeza y muere…!!! Hay días, de esos que te levantas con el pie izquierdo, que me siento más Arbatán que nunca.

Y lo tengo prometido.Las próximas Navidades cuando monte el Nacimiento ( ya, ya sé que no lo hago, pero lo pienso hacer, venceré a la pereza), cuatro Reyes Magos irán a adorar al Niño Dios.

Esta vez, Arbatán cumplirá su promesa y no llegará tarde.

ARBATÁN.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque ya me habías hecho un pequeñito resumen, gracias de nuevo, Arbatán.
Siempre he pensado que, la mayoría de las personas cuándo elegimos un pseudónimo,éste siempre conlleva detrás una leyenda o historia aunque sea personal, y precedido también por unos rasgos, bien sea de identificación, de relación, de afinidad, de compasión, etc.
Presiento, que tú ya has roto con el "gafe" de dicho rey, porque veo que eres un gran diamante en bruto que, díariamente, con tus enseñanzas lo estás puliendo, dejando a tu paso un reguero de polvo para beneficios de muchos y muchas.
Sigue así y no te desánimes nunca, que los diamantes son muy duros.
Coral

Francisco Belaustegui dijo...

Creo recordar que en casa teníamos un cuarto rey que se llamaba "Gitanillo de la Coruña"... ;)
Efectivamente, doy fe de que este diamante además es muy bello... y veo que "la familia lejana" no se queda atrás...