martes, 27 de noviembre de 2012

Confesiones V



Amaranta ha preparado sus maletas y ha cerrado la puerta de su casa con tranquilidad. Se dirige a casa de una amiga durante unos días. Se ha puesto en contacto conmigo esta tarde para darme a conocer su marcha.  Está tranquila, sabe que va a echar de menos a sus peques, pero necesita distancia y sosiego. Lleva ya algunas noches con pastillas para poder conciliar el sueño y piensa que es lo mejor en estos momentos. La apatía comienza a asentarse en sus movimientos y es cierto lo que comenta Raúl, que se pasea por su casa como un fantasma.

Me extraña que sea ella la que haya abandonado el hogar, pero Amaranta nunca dejará de sorprenderme. Como en una tragicomedia, no hemos podido dejar de reír mientras me relataba cómo hace unos meses estuvo viendo una noche un corto en la 2 de TVE. En este, un marido se dirigía a su casa ensayando en el coche cómo le iba a decir a su  mujer que iba a irse una temporada, pues no era la vida que había soñado y quería aires nuevos. Cuando se lo comunica a su mujer, ella se lo toma muy bien y lo ayuda a hacer la maleta. En mitad del proceso, y ante el asombro de él, ella se echa a llorar y le solloza que cómo puede ser ella tan egoísta y  separarlo así de su hijo. De eso nada. El bebé se marcha con él. Se dirige a la habitación del pequeño y comienza a hacer la maleta del bebé: pañales, biberones, baberos… A todo esto, él, pasmado, no sabe cómo reaccionar. De nuevo, ella se para y, de nuevo llorando, le comenta que ella es lo peor del mundo, ¿cómo va a sacar a su hijo de casa? Que no, que  de eso nada, que la que se marcha es ella. Él sigue sin saber reaccionar, mientras ella toma el teléfono y llama a su mejor amiga para irse unos días con ella. La amiga, soltera y ligona, le aconseja que se lleve unos cuantos vestidos monos, que ha quedado con unos amigos masculinos para salir. A todo esto, el marido alucinando sigue escuchando las risas y los planes que su mujer va comentando en voz alta. Cuando ella cuelga y empieza a preparar su maleta, en la que introduce ropa interior sexy y conjuntos provocativos, él reacciona y le suplica que no se marche, que lo ha pensando mejor y que quiere intentarlo de nuevo. El corto finaliza con un primer plano del rostro de ella sonriente y deshaciendo la maleta. Touché. 

Amaranta  reconoce que no ha sido esa su intención, pero que le dio que pensar. ¿Por qué suele ser el hombre quien se marche a pensar? Muchas mujeres siguen con sus quehaceres diarios, con el doble de responsabilidades porque ellos no están, el mundo no se para porque alguien se dedique a pensar, y con tanto ajetreo, una termina exhausta al llegar la noche y sin un solo pensamiento dedicado a tamaño problema.
Después de media hora escuchando tu voz, no puedo evitar un pensamiento: en el fondo te da miedo que él se marche y decida no volver. De esta forma te da la impresión de que manejas la situación y tú puedes decidir. Nada más lejos. Él se marchó hace tiempo, Amaranta.

 En él está volver, en ti esperar.


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