No ha sido por falta de temas que comentar en el blog, pero
no quería interrumpir estas confesiones que comencé hace unos días con otras
cuestiones más (o menos) mundanas. Me parecía una falta de respeto hacia mis
amigos. Después de un lapsus, imagino
hasta que ha arreciado algo la tormenta, Raúl me comenta que no sabe si reír o llorar ante tamaña
majadería. Leer los pensamientos de su mujer en mi blog mientras en casa ella se pasea como nebulosa fantasmal
que no le dirige la mirada, y menos la palabra, le produce, no extrañeza, sino cierto pavor. Pues sí, chico, esta bipolaridad tendría que
asustarte, pienso con cierta sorna.
Me comenta que nota
que estoy acercándome a la postura de Amaranta. No es cierto. Tú eres mi amigo,
mi muy querido amigo, sin embargo esta cualidad no me impide que pueda pensar
en lo que está bien y en lo que está mal. Y por ahora, y a falta de las
explicaciones que queráis hacerme llegar, el que ha metido la pata hasta el
fondo eres tú. Claro, me suelta, no has tenido en cuenta por qué he llegado
yo a ese punto, por qué he mirado a otra mujer, por qué esa necesidad de
sentirme vivo. Llevas razón, no he ido hasta las razones que te han
empujado a ser infiel. Te escucho:
-No lo tenía planeado. Imagino que ya no sentía lo que tenía que sentir, ¿no? Si hubiese sido así no me hubiese fijado en otro cabello, otras piernas, otra sonrisa.
-No lo tenía planeado. Imagino que ya no sentía lo que tenía que sentir, ¿no? Si hubiese sido así no me hubiese fijado en otro cabello, otras piernas, otra sonrisa.
- -Visto
así…
-Es
duro, pero es la conclusión a la que llego tras pararme a pensar en lo que
estoy viviendo.
- -¿Te
has planteado qué es lo que tendrías que sentir? Dime, al menos, que no
esperabas a esta altura de la película que el corazón te galopase cada vez que
tu mujer cruzase la puerta.
- -¿Y
por qué no?
-Estás
de broma, ¿verdad? Después de tantos años, estarías muerto ya de tantas subidas
de adrenalina. Eso es enamoramiento, no es amor. El amor es otra cosa.
-Es
lo mismo.
-Vale,
no vamos a discutir sobre esto, pero lo que yo entiendo por amor tiene mucho de
dulzura, de tranquilidad, complicidad, sexo, pasión, apoyo, admiración, ternura
y poco de sofocones y latidos arrítmicos.
-Lo
que me describes suena a monotonía.
-Suena
a amor, bendita monotonía de un buen amor. Pero ya veo que no es cuestión de
ser nominalistas y darle un nombre a lo que sientes, lo importante es esto, lo
que te late o ya no te late. Da igual, esto es algo tuyo, íntimo y que tú solo
puedes descifrar. Al menos dime que has dejado el cliché de lado.
-¿El
cliché?
-Por
favor, no es rubia y pechugona…
-Ja,
ja, ja, ¡eres tremenda!
-Lo
sé, pero he conseguido sacarte una carcajada.
-No
quiero hablarte de ella…
-¡Dios!,
¡es rubia y pechugona…!
-¡Déjame
en paz!
-De
acuerdo, no comentaré más sobre los atributos femeninos de tu gata, pero te
recuerdo que para llegar al estado de leona de Amaranta, seguro que le queda
mucho a esa rubia de bote.
-¿Ves?
Se te ve el plumero.
-Pues
sí. Y en este punto no hay discusión. Mil años que viva y mil años que tu mujer
será la mejor para mí.
-No
voy a discutirlo, y menos si en unas horas Amaranta lee tu blog.
-¡Cobarde!
1 comentario:
Muchas gracias por apoyarme en estos momentos y defenderme. Un beso, Amaranta.
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