No quedaba pan para desayunar, salgo corriendo para el Centro, toca abrir puerta y dar la bienvenida a los que todavía hoy tienen ganas de seguir en nuestra compañía o en la suya propia, faltan alumnos, faltan profesores, sustituciones, hay que desalojar por completo el departamento para la limpieza anual, el cristal de los ventanales produce un efecto invernadero insoportable y hace calor, mi madre me llama preguntando por mi tía de la que no sé nada desde hace días ¿?, mi sobrina aparece con once sobresalientes de once asignaturas de 1º de bachillerato, pleno al once, su padre se emociona y recuerda también en un día como hoy a su padre que cumpliría 85 años y que disfrutaría también con las calificaciones de su nieta, el pequeño cierra la puerta de su despacho para quedarse en soledad tras nuestros mensajes, mientras la abuela acude a la actuación del menor de sus nietos que canta villancicos a cien kilómetros de distancia y de paso vuelve a llamarme para recordarme que compre la carne del cocido de ternera, no otra, ya no sé en qué cajas estoy introduciendo los libros, exámenes y demás documentos, a ver cuando vuelva en enero quién encuentra algo de lo embalado, disfruto como nadie de mi clase de literatura universal y al terminar pienso que tengo cena de empresa esta noche y no recuerdo si las medias están en condiciones o la última carrerilla hizo de las suyas, entran alumnos regalándome bombones que me son imposibles de rechazar, más calorías y no hemos comenzado estas dos semanas de excesos, veo a compañeros corriendo literalmente por los pasillos, y no sé por qué , de repente, el suicidio de Lucía cruza por mi mente mientras tantos luchamos por seguir, será porque otra compañera entra en mi despacho con los nervios de punta porque espera hoy unos resultados médicos que la asustan, examen de recuperación de Lengua a las doce, tú estás de comida y yo tras la mía de viernes he practicado las bulerías con las guasonas en la cafetería donde todas las tardes tomamos el café, sigo guardando en cajas documentos que tengo de cuando Carolo y en un arranque de valentía comienzo a destruir muchos de ellos, sin ojearlos, no vaya a ser que me invada la tentación de guardarlos conmigo, envío últimos mensajes a mi equipo , documentos importantes que estudiar estas Navidades, ya no sé qué hacer con esta marea de papeles, Santa Claus acaba de llegar para los más pequeños que están recibiendo sus regalos, últimos artículos para corregir, me duelen los pies, y acabo de decidir que se acabó …
Eso del fin del mundo…,¿a qué hora llegaba?
2 comentarios:
jajajajajajaja! el fin de la oscuridad es tan personal, como lo has podido comprobar..
Cada uno es responsable por lo que está viviendo,.
Yo lo vivo desde la alegría, desde la paz y la compasión!
Te abrazo!
Ali
Ali, no sé si ese día llegó el fin de la oscuridad. Al día siguiente sí que se hizo la luz, ¡benditas vacaciones!
Un abrazo
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