Ahí estabas hoy, tan bonita, cantando con tu coro, marcando el ritmo de cada compás con la pierna nerviosa que no dejabas de mover. Nos mirabas y sonreías con la boca abierta cantando a toda voz esa docena de canciones que han hecho las delicias de todo el auditorio. Te veía ya tan mayor y tan pequeña a la vez. Hubiese deseado tener miles de cámaras fotográficas en mis pestañas para retratarte cada segundo y dejarte impresa en mis retinas para siempre.
Y mientras, vuestras voces me llegaban:
…mi juventud, mi adolescencia,
mi edad de jugar,
ya verás como algún día se irán.
Y quiero pararte, siempre con esa cara, ese pelo revuelto, la nariz pecosa y las miradas cómplices entre compañeros. Pero no puedo, ¡ y te vas tan rápido!:
…la distancia duele más,
si atrás quedó lo mejor,
como un niño sin jugar,
como una triste canción.
Y se me llenan los ojos de lágrimas con esta canción. ¿Tu distancia medirá mi distancia? ¿Siempre queda atrás lo mejor? ¿O lo que nos depara el futuro es más efímero y positivo?
No quiero para ti días sin juegos ni canciones tristes.
Quiero verte como hoy, feliz, cantándole a la vida, marcando el ritmo de tus pasos en tu camino, con un compás vivo y recordando lo que esta tarde has cantado:
…caminante no hay camino, se hace camino al andar.
martes, 21 de junio de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario