domingo, 12 de abril de 2009

La mala costumbre

Me acostumbré…

A esconder monosílabos de piedras en la lengua y a que su acidez me atragantara.
A decir Sí cuando pesaba el No.
A resguardar palabras como lanzas.
A morder las respuestas a preguntas.
A sacarme los ojos ante una realidad retante.
A dibujar todas las mañanas una sonrisa en aquella mueca vencida.
A esquivar la mirada avergonzándome de los pecados no cometidos.
A callar, a admitir, a acatar, a olvidar, a perdonar.
A medir cada paso, a no hacer locuras, a seguir el camino trazado sin derrapar en las curvas.
A no reinventarme cada día, a guardar el equilibrio con los brazos en cruz y las piernas cerradas.
A remar contra mi corriente esperando un viento favorable que nunca llegó.
A llegar tarde a cada instante importante, siempre un segundo por detrás de los demás.
A leer las historias ajenas desde la última página buscando un final dichoso,para siempre llegar a un prólogo enigmático.
A perderme creyendo que siempre encontraría el camino de vuelta en el laberinto.
A mi pobre estrella, sin brillo...

Hoy que me busco no soy más que una caricatura de mí misma, un boceto desdibujado, un no yo, una sombra, la nada…

3 comentarios:

Francisco Belaustegui dijo...

Este instante propio hace que mi respuesta te la dé en la próxima entrada de mi blog... es que iba a ser larga...
Sólo te diré que el texto... precioso, pero... ya no digo más...

Arbatán dijo...

¡Qué intriga! No tardes en escribir esa entrada...

Anónimo dijo...

Hoy en dia hay muchas personas con esas condiciones.
!Qué lástima! No poder ser una misma con todos sus defectos y virtudes.
Menestea