domingo, 29 de julio de 2012

Con diez cañones por banda


Maravillosos los grandes veleros que han dormido este fin de semana arrullados por la cantinela de las olas del mar de Cádiz.



Y mientras los observaba el famoso poema rondando por mis ojos...
Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.







martes, 17 de julio de 2012

jueves, 12 de julio de 2012

La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada


La primera lectura de este verano. La tenía pendiente y no me ha defraudado. Si no la habéis leído, os la recomiendo, Es un cuento largo o una novela corta de García Márquez, y en ella queda patente todo su realismo mágico:

Eréndira estaba bañando a la abuela cuando empezó el viento de su desgracia. La enorme mansión de argamasa lunar, extraviada en la soledad del desierto, se estremeció hasta los estribos con la primera embestida. Pero Eréndira y la abuela estaban hechas a los riesgos de aquella naturaleza desatinada, y apenas si notaron el calibre del viento en el baño adornado de pavorreales repetidos y mosaicos pueriles de termas romanas.



La abuela, desnuda y grande, parecía una hermosa ballena blanca en la alberca de mármol. La nieta había cumplido apenas los catorce años, y era lánguida y de huesos tiernos, y demasiado mansa para su edad. Con una parsimonia que tenía algo de rigor sagrado le hacía abluciones a la abuela con un agua en la que había hervido plantas depurativas y hojas de buen olor, y éstas se quedaban pegadas en las espaldas suculentas, en los cabellos metálicos y sueltos, en el hombro potente tatuado sin piedad con un escarnio de marineros.


—Anoche soñé que estaba esperando una carta —dijo la abuela.


Eréndira, que nunca hablaba si no era por motivos ineludibles, preguntó:


—¿Qué día era en el sueño?


—Jueves.


—Entonces era una carta con malas noticias —dijo Eréndira— pero no llegará nunca...

En el siguiente enlace la podéis seguir por internet.
http://www.literatura.us/garciamarquez/erendira.html

¡Que la disfrutéis!

viernes, 6 de julio de 2012

Carpe diem



Me levanto el primer día de las vacaciones, para ser más exacta, el primer día que físicamente no acudo al trabajo, pues no está todo finalizado y me quedan unos días para rematar algunos flecos que quedan sueltos, la divina burocracia; no temblemos, para eso está la conexión a internet y a tu máquina del trabajo desde casa, ¡ qué gran invento! (léase con ironía).
En fin, que aquí estoy sentada en la mesa de trabajo y pensando, que se ha terminado otro curso, y lo de siempre, cómo vuela el tiempo. Levanto la vista y enfrente ocupa casi todo el espacio un piano antiguo que compraron mis padres hace años a unos amigos y que ha terminado en mi casa. Mi hija hace sus pinitos con él, y aunque está algo desafinado, consigue robarle ya ciertas melodías que me enternecen. Encima de él reposan unas fotografías que me ratifican el tópico del tempus fugit. Cuando explico este tópico a mis alumnos, chasqueo los dedos y les voy indicando que ese segundo no lo van a volver a vivir, ni este, ni este, ni este... y sigo haciendo sonar mis dedos para que sean conscientes de otro tópico, cotidie morimur, morimos todos los días, es un camino hacia la muerte, no hay vuelta atrás. Parece negativo, pero no, así entienden mejor el carpe diem, aprovecha el momento, aprovecha la vida, disfrútala. Si no entiendes los dos primeros, difícilmente podrás sacarle todo el partido al tercero.
Vuelvo de nuevo los ojos hacia las fotografías del piano. Dos son de mis bisabuelos paternos, de mitad del siglo XIX, en color sepia, el color que mejor muestra el paso de la vida que queda reflejado en una instantánea; en otra aparcen los abuelos paternos de mi hija hace más de cuarenta años; a su lado una de mis padres con sus nietas en su bautizo y a esta la rodean tres momentos de mi hija con tres, cinco y ocho años respectivamente. Son  el reflejo del pasado, de lo pasado que tienes presente y desde los pequeños marcos rectangulares hoy me gritan: carpe diem.
Lo intentaremos.