jueves, 24 de febrero de 2011

La saeta

Explicar a los alumnos la Generación del 98 sin detenerse en Antonio Machado es una aberración. Así que las nuevas tecnologías me han permitido leer en clase algunos de sus poemas más significativos, aunque el tiempo apremie para cumplir con todo el temario antes de junio. Le dediqué una hora a Machado ( que se merece un monográfico de un mes). En estas estábamos cuando decidí que "La saeta" era mejor escucharla que leerla: letra de Machado, música de Serrat y la voz de Camarón. ¡Qué más se puede pedir!
El experimento, aparte de emocionarme, me cértificó el salto generacional... Muchos no sabían quién era ese tal Camarón. Pues ya lo conocen y espero que no lo olviden.
Ni a Machado tampoco, que era el objetivo.



miércoles, 23 de febrero de 2011

Te cuento

Este artículo fue publicado en el Diario de Cádiz el 30 de julio del 2006. Su autor es Enrique Montiel.

Entonces me pareció hermoso.

Hoy…profético

Vino con la cámara digital a enseñarme la foto de él. Ambos sonreían delante de una jarra de cerveza sobre un mantel de cuadros rojos y blancos.
La vida que da muchas vueltas, dijo. Y ya ha venido dos veces a verme. Y yo otras dos a verlo a él. Mi madre es la que se preocupa por si me doy un chocazo contra la pared, es una mujer tradicional, de las que se casaron para toda la vida, y ahí sigue, casada para toda la vida. Una madre, lo que se dice una madre. Pero te advierto que yo también era así, me casé para toda la vida, fue él el que se marchó. Siendo yo y siendo la madre de sus hijos, nuestros. Dos años me ha costado recuperarme del palo, pero ya sé que la vida me va a deparar muchas sorpresas, estoy segura de ello.

Sonríe en la imagen que veo en el visor de la máquina digital, muy junta a él, cuyo nombre no me dice, sólo que él la ve guapa, guapa. Me lo dice continuamente, qué guapa eres, qué guapa eres. También me dice que saltaron chispas. Yo es que no salgo de mi asombro, con lo fea que me he llegado a ver durante ese tiempo, en que me sentí la mujer más desgraciada del mundo, más fea que nunca. Mira que me miro, y que me digo, pues puede que sea verdad, que esté guapa, que nunca haya sido fea, siempre fue mentira.

Antes caminaba más despacio, ahora se la ve más celera, activa, viva. Es el amor, porque empiezo a pensar que estoy enamorada de verdad, como nunca, pero sobre todo abierta de ventanas y puertas. Mi casa que es mi cuerpo y mi alma se sientes libres, ligeras. Si este no es el amor para toda la vida que siempre quise que fuera el amor mío, otro será el amor para toda la vida, y ya ha nacido, por algún lugar camina y sin duda que también habrá empezado el duro aprendizaje del sufrir, del soñar pesadillas y del vivir angustias.

Puede que sea este hombre que sonríe a tu lado, en la imagen digital de tu cámara, le digo. Sonríe con gran ternura. Por lo pronto me dices que te ve guapa, guapa, guapa y que ya saltaron chispas, para empezar no es poco. Es mucho, añade. Yo nunca creí que volvería a ver fuegos artificiales, ni a verme en el espejo de unos ojos enamorados. Otros ojos como los míos que mucho tiempo estuvieron secos de no poder más lágrimas. Porque también él fue abandonado, y vivió solo esa soledad desgarradora que vivimos los abandonados, dejados caer en un rincón, arrumbados en oscuridad y telarañas. Somos resucitados de entre los muertos.

Del amor, he añadido. Del amor, ha asentido. Los muertos sepultados en el desamor, la soledad y la distancia de por medio. Cuando no fuimos hechos para la muerte, para esta muerte lenta y recalcitrante de un abandono. Estamos uniendo nuestras soledades, y estamos bien, tenemos esperanzas. ¿Tú cómo me ves?

martes, 22 de febrero de 2011

Boabdil no tenía motivos

Ya me extrañaba a mí que nadie hubiese dicho nada ante tamaño despropósito.

Como siempre mi admirado Pérez Reverte...

Boabdil no tenía motivos
XLSemanal - 27/12/2010

No quiero que se vaya 2010 sin glosar un recorte de prensa que tengo sobre la mesa. Hace unas semanas coincidieron, en tiempo y espacio, el alarde habitual de cinismo de las autoridades del ramo tras la publicación de cada informe Pisa sobre el estado de la educación en España -sólo estamos un poco por debajo de la media, no vamos tan mal como parece, etcétera- y una cosita de la Junta de Andalucía que me hace tilín. Sobre nuestro coma educativo no voy a extenderme, pues acabo de desayunar y sería incómodo que la náusea me hiciera vomitar el vaso de leche y los crispis sobre el teclado del ordenata; sobre todo si recuerdo los paños calientes del ministro responsable, señor Gabilondo, el triunfalismo idiota de su secretario de Educación -que ni me acuerdo de cómo se llama ni me importa un carajo-, o el de ciertos presuntos consejeros de Educación de los diecisiete putiferios del Estado español. Dicho sea lo de Estado con las cautelas oportunas.

El adobo de choteo, como digo, lo pone el recorte de prensa que mencionaba. Lo leí cuando se hacían públicos los datos que, una vez más, confirman que la lucha honorable de tantos maestros españoles, maniatados por nuestro triste sistema educativo, es una batalla perdida; que la excelencia en las aulas es políticamente incorrecta, que todo se iguala por abajo en favor de la apatía y la mediocridad, y que preferimos tener masas de chusma informe antes que élites preparadas que le pongan letras mayúsculas a la palabra futuro. Tengo ese recorte sobre la mesa, como digo, y me partiría la caja si no fuera porque el asunto tiene poca gracia. Mientras el informe Pisa confirma que Andalucía sigue a la cola de Europa, lo que preocupa a la Junta que gobierna esa autonomía, la prioridad a la que dedica tiempo y viruta, lo que le quita el sueño y merma su presupuesto, es publicar una guía de 71 páginas para propiciar «el conocimiento de la perspectiva ecofeminista y potenciar el lenguaje periodístico desde una perspectiva de género medioambiental».

Lo de menos es que Andalucía, inculto patio de Monipodio de políticos oportunistas y clientela comprada con subvenciones, carezca de medios para que los colegios funcionen, los alumnos progresen, y los profesores heroicos dispongan de medios en la desigual lucha que libran. Por ahí pasa la Junta de puntillas. Para lo que comparecen cuatro consejeros -Medio Ambiente, Presidencia, Igualdad y Hacienda- es para exigir al mundo que se evite la palabra actor sustituyéndola por persona que actúa, que en vez de futbolistas digamos quienes juegan al fútbol, que en vez de parados se diga personas sin trabajo, que los ciudadanos se transformen en la ciudadanía, el hombre en la humanidad, los niños en la infancia y los andaluces en el pueblo andaluz.

Llegados a este punto, diríamos que la imbecilidad de la Junta andaluza, encarnada en sus representantes, quedó exhausta. Pues no. Aún les quedó resuello para poner algunos ejemplos de cómo evitar el lenguaje machista. Por ejemplo, sustituyendo la frase «los maestros les prohíben usar el móvil a los alumnos» por «el profesorado le prohíbe usar el móvil al alumnado»; que, además, resulta un delicioso pareado. Aunque mi recomendación favorita del informe juntero -me pregunto cuánto costó, y a quién arregló el año la subvención, o mandanga- es la que critica la frase «Páez estuvo magnífico en su intervención y la señora Martínez iba muy elegante» y exige cambiarla por «Páez estuvo magnífico en su intervención y la señora Martínez realizó unas aportaciones muy inteligentes»; dando por sentado que la señora Martínez, sea quien sea, y por el hecho de ser mujer, tiene que aportar inteligencia por cojones.

Sería injusto afirmar que en este alarde de sentido común y gusto expresivo, la Junta se olvida de la educación y la cultura. Hay una exigencia de la que, supongo, tomarán nota todos los profesores -el profesorado- que expliquen a sus alumnos, o alumnado, la Historia de Andalucía y de España; dicho sea lo de España sin ánimo de ofender. Según lo que recomienda el manual juntero, la madre de Boabdil ya nunca podrá dirigirse en los libros de texto a su destronado chaval con las palabras que le dedicó en 1492, largándose de Granada: «No llores como una mujer lo que no defendiste como hombre». La frase, ahora, será: «No llores, pues no tienes motivos para ello». Y punto. Ocho siglos de Reconquista, como ven, resueltos y simplificados de un plumazo. ¿Motivos? ¿Reconquista de qué? Más fácil para los chicos, imposible.

No puede ser, me digo, que sean tan analfabetos. Ni tan estúpidos. Eso me digo una y otra vez. Serían inocentes, y en nada de esto acabo de ver inocencia alguna. Me pregunto, entonces, cuál es la frontera que separa a un analfabeto de un sinvergüenza.

lunes, 21 de febrero de 2011

Así nos va...




Prefiero no hacer ningún comentario en estos momentos... pero, ¡¡¿dónde están los lingüistas escondidos?!! Por favor, ¿ nadie dice nada ante esto?

lunes, 14 de febrero de 2011

Soneto LXVI Neruda

No celebro especialmente este día, creado por unos grandes almacenes, para diezmar un poco más nuestros esquilmados bolsillos. Sin embargo, hoy es el día del AMOR con mayúsculas y hay un santo juguetón que me ha enviado este maravilloso poema a mi correo. No es cuestión de dinero ni de regalos, pero, cómo entibia el alma recibir palabras como estas.


SONETO LXVI
No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.


Pablo Neruda, 1959

viernes, 11 de febrero de 2011

20 cosas que me hacen feliz

1.- Levantarme temprano y salir de viaje en coche.
2.- Unido a lo anterior… Parar en una venta de caminos y desayunar ¡un buen pan de pueblo!
3.- Llegar el viernes por la tarde a casa, tras una semana maratoniana, y pensar que tengo todo el fin de semana por delante.
4.- Disfrutar de una copa de Pedro Ximénez en la barra de mi cocina acompañada por los amigos.
5.- Ir a pagar una prenda en un establecimiento y que la dependienta me informe sonriente que está rebajada y tengo que abonar menos.
6.- Sacar la ropa de la temporada anterior y descubrir que entro en esa misma talla.
7.- Encontrarme con unos amigos en un lugar inesperado.
8.- Cantar con mi hija en el coche a toda voz.
9.- Viajar en el tren y abrir la primera página de ese libro que estoy deseando comenzar a leer.
10.- Sacar una chaqueta que hacía tiempo que no me ponía y encontrar dinero olvidado en uno de sus bolsillos.
11.- Descubrir que queda todavía una onza de chocolate en la despensa cuando pensaba que se había terminado.
12.- Llamar a mis padres por teléfono y escucharles decir que se encuentran bien.
13.- “Partirme” de risa con mis hermanos sin que entendamos muy bien el por qué.
14.- Vivir al lado del mar y saber que en cualquier momento puedo darme un paseo por la orilla de la playa.
15.- Meterme debajo del edredón en las noches de invierno y mirar muy de cerca la punta de la nariz de mi hija.
16.- Un gran abrazo de Koala de todos mis hombres.
17.- Cocinar tranquila una mañana de vacaciones escuchando mi música favorita.
18.- Tumbarme en la arena de una playa casi desértica y sentir los primeros rayos ardientes de la primavera.
19.- Escuchar el sonido de tus llaves cuando abres la puerta de casa.
20.- Pararme en un instante de segundo y darme cuenta que en ese momento estoy siendo feliz.

viernes, 4 de febrero de 2011

¿Por qué leo?

A la pregunta, la mejor respuesta, la de Juan Farías.
Me hubiera gustado que estas palabras hubieran salido de mis manos...

Leo los libros, el tacto de las manos, el silencio de las ranas, el sueño de los bebés y los ojos de todo lo que grita, ríe, llora o guarda compostura. Tengo buen cuidado de leer la letra pequeña de los compromisos, la segunda intención de los discursos y el tono en que se hacen las promesas.
Leo porque no sé de otro camino para comunicarme con los muertos y los seres imaginados, para ser alumno de Sócrates o amigo de algún personaje. Leo para escuchar voces, poner luz a las sombras y dar sentido al insomnio.
Leo por saciar la curiosidad, deshacer las dudas y encontrar el apoyo que aliente la esperanza. Leo por añadir asombro al asombro, por discutir, negar o aceptar filosofías que pretenden ordenar el caos. Leo para agradecer un verso, compartir un recuerdo, entretener las esperas, aliviar el ánimo, combatir el tedio.
Leo para saber hasta dónde puede trepar el bueno de Pedro por la mata de habichuelas, o cuál será el comportamientodel pato cuando tenga complejo de cisne.

Leo en libertad y, si me pierdo en el bosque, es cosa mía...